miércoles, octubre 11, 2006

-"No" -contesté-. "No estoy fatigado. Voy a decirle lo que siento, capitán Giles. Me siento viejo. Y debo de estarlo. Todos ustedes, los que se hallan en tierra, me hacen el efecto de una par­tida de jóvenes calaveras que nunca han tenido la menor preocupación en el mundo".
El capitán Giles no sonrió. Su aspecto era in­soportablemente ejemplar.
-"Eso pasará -declaró-, pero es verdad que parece haber envejecido".

Joseph Conrad
La línea de sombra

La vida llega sin permiso y se va de la misma forma incluso sin necesidad de que termine con la muerte. Hace unos años pasé una época extraña. El detonante fue una mujer, pero las causas eran mucho más profundas. Ella sólo removió el limo y me causó un año completo de hundimiento absoluto. Ahora, sin embargo, lo veo como algo lógico y también necesario; en cierto sentido, me hizo cruzar mi línea de sombra.
Lo peor de aquel año fue la amnesia. No me refiero a algo consciente -buscar olvidar, no recordar, deshacer los recuerdos- sino a una literal pérdida de memoria.
No tengo ningún recuerdo de los últimos meses de vida de mi abuela.