miércoles, octubre 11, 2006

La vida llega sin permiso y se va de la misma forma incluso sin necesidad de que termine con la muerte. Hace unos años pasé una época extraña. El detonante fue una mujer, pero las causas eran mucho más profundas. Ella sólo removió el limo y me causó un año completo de hundimiento absoluto. Ahora, sin embargo, lo veo como algo lógico y también necesario; en cierto sentido, me hizo cruzar mi línea de sombra.
Lo peor de aquel año fue la amnesia. No me refiero a algo consciente -buscar olvidar, no recordar, deshacer los recuerdos- sino a una literal pérdida de memoria.
No tengo ningún recuerdo de los últimos meses de vida de mi abuela.

1 Comments:

At 5:33 p. m., Blogger kasandra said...

¿Otra distinta a la de Cambados? ¿o era, tal vez, la misma?

No hay tantas personas que nos marcan. Pero cuando se van... a veces se agradece. Y a veces se sigue sintiendo siempre nostalgia

Un abrazo ahora

 

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