lunes, septiembre 11, 2006

Quizá empezar desde el pasado. Desde los secretos de las palabras. Toda palabra lleva consigo una carga. A veces es el simple paso del tiempo. A veces son los secretos con que nosotros las llenamos.
Muchas noches necesito escribirlas para poder dormir mejor. Quizá el teclear estas palabras sea una forma de confesión. Sentir que el secreto, aunque lo verbalice, sigue siendo mío. Precisamente porque me atrevo y puedo pronunciarlo, quizá mis palabras estén ocultando lo que realmente importa: la voz, el tiempo anclado en cada sílaba que hemos pronunciado y hemos escuchado, junto con nuestra respiración, nuestra sonrisa, nuestras pausas e incluso un gemido apagado. Quizá no deberíamos escribir, sino capturar los momentos, y eso no lo puede hacer una página en blanco. Pero sí, en cambio, la fotografía junto a un antiguo lavadero, a la entrada de una iglesia. O las palabras que en ese momento pronunciamos. Todo lo que nos dijimos y que sigue vivo en mi tiempo y el tuyo. Y ahora aquí, reflejado. Aunque sea a lo lejos, difuminado por las palabras, mostrando también su esencia.